Déficit de atención e hiperactividad: ¿estamos listos para el regreso a clases?

Dr. Michel Gutiérrez, Neurólogo Pediatra

El comportamiento de un niño o adolescente con déficit de atención e hiperactividad suele ser más hostil y disruptivo. Sus reacciones están llenas de enfado, son poco empáticos y pueden sentir poca culpabilidad respecto a las cosas que hacen y afectan a otros. Por supuesto, estos comportamientos tienen consecuencias.

Sus compañeros en la escuela o amigos les excluyen de actividades y eventos de su edad, como excursiones, fiestas de cumpleaños, por lo que terminan por ser personas solitarias.

Un estudio de 2004 mostró que los adolescentes con TDAH inician su actividad sexual antes que otros niños y niñas, tienen alta proporción de enfermedades de transmisión sexual, desprecian el uso de métodos anticonceptivos y, por lo tanto, tienen el mayor número de embarazos antes de cumplir 20 años.

Los familiares del paciente con TDAH también ven afectada su calidad de vida. En el caso de los padres, pueden sentir que no están a la altura de las exigencias que supone tener y educar a un hijo. Suelen culpabilizarse de los problemas que tiene su hijo para desenvolverse en el colegio, en casa y en sus relaciones sociales. En comparación con padres de niños sin TDAH, se sienten más deprimidos y en muchas ocasiones acaba aislados socialmente.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad está asociado al fracaso escolar, a la dificultad para mantener relaciones sociales y familiares, al riesgo de conflictos y delitos, de abuso de sustancias, y un largo etcétera que tienen un impacto negativo en la vida del que lo padece y de aquellos que lo rodean. Un diagnóstico temprano ayudará a los niños y niñas con este trastorno a revertir sus efectos y llevar una vida con mucho más normalidad.

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